Encuentro Rito
del Temazcal y Emergencia espiritual
¿Qué es un Inipi o Temazcal tradicional?
¡Cuales son sus efectos!
El Temazcal, un verdadero círculo de sanación, es una ocasión para todos sus participantes de adentrarse en un trabajo interior personal que se mantendrá como contenido y forma en todas las actividades del encuentro vivencial; poniendo toda nuestra vitalidad en la Intención, el Propósito y el “Para qué”. En esta ceremonia heredada de las tradiciones nativo americanas daremos una .dirección firme tanto al sentido en la vida como al propósito para este trabajo de auto realización.
Modalidades de Temazcal:
Es una antiquísima tradición de los nativos de América. Se trata de una pequeña cúpula hecha con palos de sauce o avellano doblados que se cubre de mantas de modo que en su interior se crea un espacio hemisférico perfectamente aislado del exterior excepto por una puerta que también se puede tapar. En el centro del recinto existe un agujero donde se situarán las piedras que previamente se encuentran entre las llamas y brasas del fuego ceremonial en el exterior del temazcal, hasta alcanzar casi la incandescencia.
Una vez preparado el grupo para el rito, por la puerta de tela se entra introduciendo las piedras al rojo vivo con una pala y se sitúan ritualmente en el hoyo del centro del temazcal. Se cierra todo y el oficiante echa agua sobre las piedras, creándose unas intensas nubes de vapor de agua que transforman el lugar en un auténtico reto de superación de umbrales de calor y de sudor. Se entonan cantos, se habla, se da la palabra, se ora mientras se va añadiendo agua y hierbas aromáticas. El efecto combinado de la atmósfera física de gran calor y humedad aromática y de la atmósfera psicológica de trabajo de sanación interior crea un contexto único en el que se logra renunciar al ego entregándose a la autenticidad del Ser. Es una rendición del ego y un encuentro con nuestra autenticidad. Pero además el temazcal está hecho a semejanza del vientre de la mujer, es, mítica y arquetípicamente, el seno de la Madre Tierra, a la cual entramos y después renacemos purificados.
Generalmente se hacen Cuatro puertas, lo que significa que al final de cada puerta se abre el temazcal dejando entrar el frescor exterior para continuar con el proceso tres veces más. La abreacción y catarsis producida es real y tangible y es una limpieza global, un intento de transformación plena de la propia bioenergía, purificándola y toma de contacto fraterno entre los asistentes que se entregan a la celebración. Hombres y mujeres occidentales se adaptan con facilidad a esta sauna india creando verdadera devoción por este “mágico” y transformador catalizador de energías, este ancestral conocimiento transcultural. Siempre se precisa de una adecuada dirección por parte de una persona experimentada.
Temazcal, procede de “Temazcalli”. Nombre en raíz náhua que significa “casa de vapor” (temaz – vapor, calli – casa).
La palabra Inipi deriva etimológicamente de la palabra lakota “Iniunkajaktelo”, que literalmente significa “vamos a orar a la tienda de sudar”. El Inipi es un lugar de oración y como tal se considera un templo. La cabaña en sí tiene forma hemisférica construida con 16 costillas verticales que se amarran formando dos cruces de 4 direcciones iguales, que en la tradición lakota representan a los 16 espíritus sagrados. Nosotros reconvertimos ontoenergéticamente estas 16 costillas en símbolos ontoenergéticos sin desvirtuar su significado, dado que para los occidentales la simbología lakota nos resulta extraña. Por otra parte vamos a sustituir las ramas de sauce, para no dañar la escasa población de estos hermanos árboles, y sustituirlas por varas elásticas que pueden reutilizarse indefinidamente sin dañar la Naturaleza.
Temazcal y
Emergencia espiritual
La gran
dificultad de los “emergentes a la espiritualidad” es la crisis de identidad
que suscita el impetuoso emerger de energías psíquicas y emocionales unidas a
vivencias de contenido cósmico, trascendental; lo que produce una conmoción interior
enfrentando todo lo conocido y automático (rutina del vivir convencional) con
vivencias extraordinarias y significativas que rompen con el concepto del Yo previo.
La parte profunda vibra intensamente mientras nuestra parte herida, nuestros
aspectos sombríos y reprimidos se sacuden y salen a la luz. Con ello se crea un
caos experiencial que coloca a la persona ante retos inesperados e
inconcebibles poco antes. Lo profano, lo sagrado, el sentido de la vida; todo
se agita, mezcla y transforma ante la
consternación y el temor en lo personal.
En este
contexto, el rito del temazcal es muy oportuno y ofrece grandes posibilidades a
las personas en tales vivencias.
El
temazcal es, ante todo, un territorio sagrado. Sagrado en tanto espacio como en
tanto tiempo y como contenido. Es arquetípico y esencial. Es un lugar, un
evento experiencial y un tiempo en el que se ingresa en el útero de la Madre
Tierra, entendiéndolo tanto en su modo formal como simbólico. Allí el espacio,
el tiempo, el yo y el Universo convergen en un solo punto (un cículo, una
semiesfera) en el que se manifiestan los “Cuatro poderes” de la Naturaleza
(Tierra, Agua, Aire y Fuego) en conexión con nuestro organismo, nuestra mente,
nuestra afectividad y nuestro espíritu. Estamos constituidos por materia densa
orgánica, por fluidos, por aliento y por vida y espíritu. Estamos en una íntima
conexión con estos “Cuatro poderes”, estamos cobijados en el seno de la Madre
Tierra y desde allí alzamos nuestras plegarias, nuestros anhelos y
aspiraciones, nuestro “intento” hacia el Misterio, aquello inalcanzable por la
mente, fuente de todo cuanto es. Aspiramos al conocimiento sabio, al amor
incondicional, a la acción impecable; a lograr obtener una integridad, una
autenticidad y contacto con nuestra “verdad” personal creativa.
El
Temazcal es un santuario de la Madre Tierra, es su vientre acogiéndonos y
gestándonnos, es un intento consciente y voluntario de disolvernos en ella y
renacer renovados.
Una
hermosa ocasión, una oportunidad de que nuestro Yo herido, asustado y exiliado
de la consciencia, confinado en la mazmorra que es la sombra, pueda emerger,
manifestar su dolor y desconsuelo y ser aceptado como parte del Yo pleno, tanto
personal como transpersonal.
La Gran
Madre, amorosa e incondicional nos posibilita regresar a la unidad inicial,
antes de la división, antes de la fractura, de la escisión del Íntegro Yo.
Tanto en su
preparación como en su ejecución, como actividad grupal, es un tiempo, unas
horas de plena consciencia en el intento y empeño. Se trata del más alquímico
rito que desde tiempos inmemoriales el Ser Humano ha realizado para regresar a
la pureza inicial.
Ernesto
Cabeza Salamó
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