Crónica del Encuentro de Inipi y rito “Árbol de las visiones” celebrado
durante los días 31 de mayo y 01 de junio del 2014.
En “Mas de les Orenetes”, Cambrils, Tarragona.
El contacto y la información procedente del ser, a través del Self, se
puede dar en múltiples circunstancias; unas veces imprevistas e inesperadas
como es por sueños existenciales y lúcidos y también mediante iluminaciones
espontáneas del todo imprevisibles. Otras veces resultan esperadas y buscadas
vehementemente con la esperanza de que puedan darse… Confiando en crear una
situación peculiar de consciencia que la posibilite. Aún así no puede darse
certeza alguna de que emerja en tal contexto.
Lo racional siempre interfiere así como los aspectos psicoafectivos de
contenidos irracionales. Entre ambos obstáculos opuestos se da un lugar neutro,
equidistante, que damos en llamar
“a-racional” donde se encuentra el “observador”, el “testigo”. Justo
allí es donde se encuentra la puerta de acceso a la dimensión existencial de
cada cual.
Hay que distinguir también el término “visión” de ilusión y alucinación.
Los tres surgen de la profundidad del psiquismo, pero mientras con “visión” nos
referimos a “ver con claridad” nuestra naturaleza profunda conectada con el Ser
y lo transpersonal; con las otras dos
nos referimos a la manifestación de imágenes visuales o mentales de deseos,
anhelos, temores, interpretaciones, fabulaciones y confabulaciones. Mientras lo
primero crea significado y sentido en nuestro transitar vital, las segundas o
son distracciones o confunden y distorsionan nuestro sentido de identidad y
realidad. La primera se relaciona con la salud e integridad personal
potenciándola; las segundas denotan aspectos neuróticos más o menos tensos e
incluso disgregación y ruptura del Yo.
Hablando de genuinas visiones, su valor en la construcción y expresión del
sentido existencial y significado de la propia vida es de gran importancia. Lo
era en las culturas prehistóricas e históricas y lo es en las culturas
diversas coetáneas del mundo. Las culturas
que aún siguen conectadas con el fluir del acontecer natural consideran, en
general, que es de gran importancia el acceder visionariamente al cometido de
cada cual en su vida y de allí, en algunas culturas, el individuo adquiere su
nombre real. Estos estados visionarios o de iluminación se adquieren en
situaciones especiales en las que se adentra en un estado de conciencia
alterada o incrementada por diversos medios; entre los cuales son frecuentes la
utilización de plantas y sustancias llamadas psicodélicas; y otros inmersos en
escenarios ritualísticos en los cuales se facilita la entrada en un estado de
conciencia especial facilitando la emergencia de contenidos significativos por
inspiración, visión e iluminación. Los retiros rituales a las montañas, cuevas,
bosques y desiertos también figuran como medios, así como la práctica de
meditaciones en sus diversas formas y contextos,
Estando en una de las meditaciones dedicadas a la conexión con el Arquetipo
del guerrero apareció una “visión” este invierno pasado. En ella vi claramente
los aspectos principales de una actividad destinada a facilitar la conexión
visionaria en un marco contextual, al tiempo arquetípico, integrativo de
tradiciones ancestrales amerindias y europeas pre-cristianas. El proceso discurría
al amparo de un árbol, contando con su participación sagrada. Como dos años
antes ya había realizado el rito tradicional amerindio del “Árbol de las
oraciones”, advertí una conexión entre ese rito y esta visión. Así que lo
expresé al grupo en aquel entonces y lo dejé madurar durante unas semanas.
Cuando tuve la convicción de que era el momento me puse redactarlo casi en la forma exacta a como se
ha realizado en el presente ritual al final de mayo y principio de junio del
2014. Los cambios realizados en ningún modo son de tipo sustancial, sino
adecuaciones técnicas y prácticas en su aplicación tras hacer algunas pruebas
con los objetos aportados por la visión originaria. Así se plasmó su versión
definitiva y la conveniencia de reservarla para una actividad a media o tardía
primavera. Hecho que coincidía con la realización tradicional de un inipi
primaveral. Fue muy sencilla la conjunción de las dos actividades; pues el
inipi como rito de purificación y sanación era un excelente paso que abriera y
facilitara la conexión profunda y trascendente en todos los participantes. Sólo
cabía mantener tal intento y añadirle el de la “búsqueda de la visión” con el
apoyo de un árbol especial para tal fin. Me di cuenta que los actos de preparar
el espacio sagrado ritual alrededor del árbol y el de ubicar el inipi eran
parte del propio trabajo de introspección, activación del intento, cohesión de
grupo y creación del espacio-tiempo mítico y sagrado. Me dí perfecta cuenta que
la emergencia del contenido visionario tenía que ser potenciado por el apoyo
mutuo y la plena participación de los demás compañeros/as también buscadores de
la visión. Así el contexto espacial y temporal, el de la atención e intento, la
colaboración y fusión energética con el árbol y el compromiso personal mutuo en
su ejecución vivencial crearían un lugar de poder suficiente donde la
consciencia se expandiría fácilmente favoreciendo inspiraciones y visiones.
Tenía la certeza de que su ejecución práctica sería efectiva e iluminada y
que, tras su realización, se convertiría en una aportación táctica de la
emergencia de valores y contenidos existenciales, sanadores, inspiraciones e
iluminaciones. Con gozosa satisfacción tengo que admitir que así ha sido. El
intento del “Árbol de las Visiones” ya figura en la psicosfera y se da como
campo mórfico. Todos cuantos lo deseen pueden beber de él y sus efectos. ¡Ahí
está! Contando con todas nuestras relaciones.
Confié y entregué su puesta en práctica al aspecto sincrónico del Universo
y esperé el momento en que pudiera efectuarse. Hubiera deseado que agrupara a
más personas deseosas de obtener visiones e inspiración, pero el Poder quiso
que el grupo fuera muy reducido. Leal a las tres primeras leyes de la sabiduría
asumí humildemente tales condiciones. De los llamados hubo parca respuesta,
pero acudieron dos personas inesperadas procedentes de la comunidad valenciana
a quienes el poder sincrónico alcanzó. Así lo entendí y con ello lo realicé.
Lo que sigue es el relato del acontecer de estas inolvidables jornadas del
31 de mayo y 01 de junio del 2014. Los aconteceres personales de los
participantes y sus propias emergencias y visiones existenciales son omitidas
del relato por confidencialidad y respeto a su intimidad; pero si lo desearan
podrían añadirlas como aportaciones y opiniones a la presente publicación.
El momento del encuentro se retrasó algo, pero el mutuo reconocimiento fue
rápido. Nuestros anfitriones lo tenían todo dispuesto. Fue un entrañable
reencuentro tras dos años de pausa. El año pasado no se efectuó el encuentro de
temazcal en Cambrils por estar en construcción la estancia en la finca y hoy,
ahora, era el compartir con nosotros todas estas mejoras. Muy favorable fue la
impresión causada e inmejorable su hospitalidad. En este primer día, cada cual
aportaba algo de comer al grupo, pero la oferta tanto de los participantes como
de los anfitriones fue plena y generosa.
Un contexto fraterno y familiar surgió a los pocos instantes, junto con
Suni, como viejos conocidos y huéspedes del lugar recorrimos las zonas de
anteriores trabajos; Mercè y Joaquím nos mostraron como junto a la vieja rueda
medicinal y del hoyo del viejo inipi, en una acumulación de piedras, alguien
había depositado ofrendas rituales de frutos secos y maíz. El que desconocidos
reconocieran el lugar como ubicación sagrada y realizaran ofrendas a la Madre Tierra ya sea como Tonantzin,
Pachamama o Gaia, era todo un reconocimiento a la larga trayectoria de casi 10
años iniciada en este mismo lugar por la apreciada y respetada mujer medicina
Lorena Herrera Durán con quien realizamos el primer temazcal en este mismo
lugar. Acudimos también bajo el noble y sabio algarrobo que otras veces ya nos
había cobijado y en cuyo tronco y ramas habíamos colocado las cintas policromas
y saquitos de tabaco y oraciones. Poco después empezamos a preparar los lugares
para los trabajos previstos.
Lorena H. D. |
El día, que se había iniciado despejado y soleado iba cubriéndose con
densas nubes procedentes del interior, del Norte. Ya durante la preparación de
la comida constituida por fruta y ensalada supuso un momento de encuentro
espiritual interiorizado que prosiguió más allá de ella en el recoger y fregar
los cacharros mientras densas nubes con algunos truenos anunciaban posible
tormenta ya próxima.
Realicé la invocación y saludo a las Siete Direcciones con sus atributos
energéticos y arquetípicos. Seguidamente nos centramos en la construcción
ritual del inipi y del ambiente del rito del Árbol de las Visiones. Fue una continua
labor fluida y entrañable, inmersos en su significado y deseosos de saborear de
sus resultados. Hubo unanimidad en la comprensión que el proceso es lo más
importante mientras se aproxima el cumplimiento del objetivo. De forma ritual
se alzaron las Ocho puertas del inipi de purificación y sus cuatro estratos
concéntricos que representan estados de consciencia; se adecuó el hoyo del
abuelo fuego (El Fuego eterno) con su plataforma ritual y la ubicación asimismo
ritual de las “abuelas piedras” que se sacrificarán por nuestra sanación e
integridad. Se apiñó la leña sobre ellas quedando todo dispuesto a su
ejecución.
Se cubrió con lonas y mantas la estructura del inipi y en su interior se acomodó
esteras para facilitar la estancia en él. Luego se prepararon las coronas o
guirnaldas de salvia y romero que como símbolo y actitud de purificación y de
integridad ceñirían nuestras cabezas en la Búsqueda de la visión con el hermano árbol.
Podría presentarse la incertidumbre de la lluvia, densas nubes oscuras de tormenta cubrían el cielo, se oían truenos y hasta cayeron algunas gotas, pero la tormenta no nos tocó. Se daba la certeza de que no nos impediría celebrar este evento. Es más, gracias a ello, al inclinarse la tarde nos ofreció dos hermosos arco-iris, de los cuales uno se captó en imagen. Inmejorable augurio de armonía y plenitud.
Podría presentarse la incertidumbre de la lluvia, densas nubes oscuras de tormenta cubrían el cielo, se oían truenos y hasta cayeron algunas gotas, pero la tormenta no nos tocó. Se daba la certeza de que no nos impediría celebrar este evento. Es más, gracias a ello, al inclinarse la tarde nos ofreció dos hermosos arco-iris, de los cuales uno se captó en imagen. Inmejorable augurio de armonía y plenitud.
Cayendo la tarde se prendió el fuego sagrado agrupándonos a su alrededor
con cantos y danzas. Le siguió una silenciosa meditación contemplativa que fue
interrumpida o, más bien, acompañada por la preparación de la Pipa Sagrada , que se ubicó
seguidamente en el altar bajo las banderolas de los Cuatro vientos junto a la
entrada del inipi.
A medida que oscurecía, el sagrado fuego consumía los leños y dejaba
entrever las incandescentes piedras en su interior, entonces señalamos los
límites del Sagrado Camino de la
Vida con velas de colores. Una senda iluminada entre el
nacimiento y la muerte, una senda que íbamos a recorrer cuatro veces naciendo,
viviendo y muriendo para renacer tras cada puerta del sagrado inipi.
Llegado el momento nos cambiamos de indumentaria para poder acceder al
inipi, se puricfió su interior con el sahumador con copal y cedro y nos sahumamos
unos a otros haciendo seguidamente la ofrenda ritual de tabaco al sagrado fuego
que representa la luz eterna de la fuente de toda vida y consciencia.
Esta vez, junto al agua, había dispuesto infusiones de hierbas sagradas
aromáticas que al verterlas en las abuelas piedras en el interior del inipi
desprendían su aroma contribuyendo a la sanación y purificación.
Se dio intensa conexión interior a lo largo de las Cuatro Puertas. Se
contactó con heridas aún activas que se compartieron siguiendo el espíritu de la canción de poder tradicional “Todos somos
medicina, distintas medicinas; nos sanamos unos a otros en plena armonía”. El
sentido de esta oración fue el contexto y el trabajo íntimo y profundo en este
inipi que concluyó con la noche cerrada, en una hermosa y estrellada noche de
luna que recién empezaba a mostrarse tras su fase nueva tres días atrás.
Al amparo del cálido inipi, dentro del transmutador útero de la madre
Tierra efectuamos el rito de la Pipa Sagrada ,
profunda comunión de sentimiento, oraciones y corazones con todas nuestras
relaciones.
Serían las 4:30 de la madrugada cuando abandonamos el inipi restaurados
anímica y espiritualmente, deseosos de restaurar nuestros cuerpos y del efecto
benéfico de una ducha que enjugara el copioso sudar. Pocas palabras mediaron
entre los participantes antes de retirarse al descanso del dormir.
Animado fue el desayuno en el que se conversó acerca de lo acontecido en
los trabajos de ayer y con las expectativas del de hoy.
Lo primero fue desmontar el inipi y concluir los preparativos del rito del
Árbol de las visiones. El sahumar el altar alrededor del tronco, el sahumar el
tronco del árbol y sus primeras ramas esperando que el sagrado humo se alce
entre ellas y lo abarcara todo. Luego nos sahumarnos unos a otros dando inicio al
desarrollo del rito. Los naipes, también sahumados nos marcaron la temática
meditativa conectándonos sincrónicamente con la dirección sagrada y el número
sagrado. Se establecieron los grupos de apoyo y sus respectivos turnos. Todos
íbamos a formar parte del rito, en un turno asistiendo al aspirante a la
visión, en otro siendo asimismo el aspirante. Desconocedor del tiempo necesario para su
obtención propuse como aceptable el transcurso de ½ hora; considerándolo como un tiempo
suficiente a riesgo de resultar corto. Cuando los danzantes del primer turno
iniciaron su intento; formando yo mismo parte de ellos, me di cuenta del poder
que se daba en este misterioso círculo bajo el árbol. El ritmo se adecuaba a
mis solicitudes y necesidades, los instantes de reposo-activación y entrega
resultaron acordes conforme a la visión originaria e incluso me asombraron con
sus sensaciones. Me vi. Abriéndome y entregándome a mi aspecto visionario,
entrañablemente acogido por la serena y vigorosa energía del árbol que me
acompañaba y el conectado apoyo e intento de Mercè que me asistía y acompañaba
con el tambor. La sensación temporal se alteró e incluso, al cerrar los ojos,
también la espacial. Ya en plena situación visionaria seguía danzándola cuando
me di cuenta que necesitaba entregarme al contacto con la tierra
Tendido en el suelo repentinamente me extrañó muchísimo de que Joaquím, el
encargado de dar aviso del transcurso de los 30 minutos, no lo hubiera hecho.
Considerando el haber concluido mi trabajo interior me incorporé mirándole
interrogativamente. Todos los demás estaban tendidos en el suelo como yo hacía
unos escasos momentos. Le pregunté si se había olvidado de avisar. El sonrió y
dijo que tan sólo había transcurrido unos 15 minutos. Me quedé perplejo,
asombrado. Juraría que ya había transcurrido como una hora y tan sólo en unos
15 minutos.
Ello da idea de cómo se expandido la
consciencia y con ella el tiempo vivencial. Toda una constatación empírica y
propia de la relación e identidad entre consciencia y tiempo fuera o al margen
de lo puramente tridimensional. Tema del que me ocuparé en un próximo escrito.
No me sorprendido que los relatos de las
compañeras fuera análogo. ¡Todos experimentamos la expansión del
tiempo-consciencia! ¡Todos! Asimismo cuando se efectuó el segundo turno, aún
discurrió en general más veloz que en el primero, y con dilatadas vivencias
visionarias. Yo mismo me ofrecí para medir el tiempo cronológico en este
segundo turno y, aunque no me sorprendió el cómo se encauzó, no dejó de
asombrarme lo que les dio de sí esos 10
a 15 minutos en los que duró el trance. Tal parece que aprendieron del
primer turno y aún les fue más fácil el conseguirlo. No por ello considero que
se desarrollara una especie de competición… No. Creo que el participar como
ayudantes a los del primer trance ya les situó en un contexto singular de
consciencia y atención que les facilitó la entrada en su momento. ¡Todo un
misterio!
Imbuidos de la experiencia y conectados con
el sentir procedimos en dos turnos a la Segunda parte del rito, el más festivo y lúdico,
en el que nos fundíamos entre sí, con el árbol y con el Universo en un único
abrazo en una simbólica danza. El grito final de plena fusión concluyó esta
fase. Esta vez el segundo turno pudo vivirlo y gozarlo más tras ver el
acontecer del primero, pues permitió contactar más con su significado que con
su aspecto formal.
Al amor y sombra del hermano árbol,
realizamos una rueda compartiendo las vivencias, en las cuales se pudo ver con
bastante claridad como los temas emergentes surgidos en las puertas del inipi
se correlacionaban con el sincronismo del mensaje de los naipes y con las
visiones aparecidas. Lo personal, lo grupal y lo transpersonal se dieron de la
mano en esta celebración compartida. Pero en esta rueda no sólo se dio este
asombroso y maravilloso misterio; apareció algo más e igualmente misterioso que
aconteció al final de la segunda parte del trabajo con el árbol. Hubo la
sensación compartida de que un danzante más participó en el turno y, aunque fue
invisible de hecho; la percepción sutil lo captó como un miembro más del grupo.
Incluso fue descrito con una apariencia de indio nativo-americano. Constatarlo
en la vivencia compartida culminó el asombro y la certeza de que el misterio
nos había abrazado. No pudimos discernir desde qué instante nos acompañó, pero
al final constatamos sin la menor duda su presencia.
No ha sido la única vez que alguna presencia
ha acompañado en un trabajo meditativo, por lo cual tampoco se consideró
insólito; pero siempre que ocurre uno siente el efecto transformador y maravilloso
de lo inter dimensional y su misterio.
Entrañablemente unidos por la intensidad de
lo vivido y compartido realizamos la comida y sobremesa de clausura; resultando
después duro el separarnos unos de otros para acudir a nuestras vidas, hogar y
relaciones habituales.
Así lo experimenté y así lo relato a la
semana de su realización. No menos maravillado que cuando aconteció. Visto en
perspectiva por el tiempo adquiere una dimensión plenamente trascendente.
Sin duda se repetirá en otras ocasiones a partir
de ahora.
Los participantes:
Anfitriones:
Joaquím |
Chelo |
José Luis |
Suni |
Mitakuye Oyasin - Ahó.
Ernesto |
A Ocho de junio de 2014.
Ernesto Cabeza Salamó
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